Entorno al uso de software en bibliotecas, un comentario personal

Desde hace algún tiempo me he vuelto un firme partidario de la libertad de expresión, sobre todo cuando esta libertad implica elaborar, pensar y compartir experiencias e información acerca de todo aquello que considero importante tanto para mi vida personal como profesional.

Pues bien, esto lo comento porque últimamente me he visto amenazado a abandonar mi sistema operativo GNU/Linux Ubuntu (el cual aprecio tanto por su nivel de seguridad) a cambio de tener que utilizar una herramienta de software propietario que me permite, supuestamente, llevar un mejor control de los procesos de adquisición bibliográfica de la biblioteca en la que trabajo, cosa que más que una ventaja la considero una total y absoluta imposición.

El punto es que la Dirección General de Bibliotecas (DGB) de la UNAM está ejerciendo presión para que las bibliotecas que forman parte de su sistema bibliotecario utilicen el módulo de adquisiciones de ALEPH (SIGB), lo cual desde mi punto de vista es una falta de respeto al trabajo académico y abierto que cada bibliotecario suele realizar cuando se dedica a esta tarea. Pero lo más lamentable del asunto estriba en el argumento que da la misma dirección para su implementación: «hay que utilizar el módulo de adquisiciones de ALEPH porque se está pagando mucho por él».

Sin duda esto nos habla de una dependencia y falta de responsabilidad por parte de aquellas personas que adquieren dicha herramienta en la UNAM. Esto no quiere decir que yo esté completamente en contra de la utilización de software propietario en bibliotecas, ¡no!, y más cuando cuando se trata del OPAC y algunos módulos como el de catalogación o circulación. Pero lo que sí me molesta sobremanera es que se tomen decisiones de este tipo sin haber hecho un ejercicio de reflexión previo al respecto, mínimo que justifique la compra y utilización de este módulo.

¿A qué quiero llegar? Pues bien. No hace más de una semana que Jesús Tramullas escribió en su bitácora un comentario que alude esta situación, donde citaba el Manifiesto del software para bibliotecas que Roy Tennant publicó en noviembre de 2007 y cuyo preámbulo es contundente sobre el tema.

Este [manifiesto] se ofrece en un intento por razonar la relación entre bibliotecas y vendedores de sistemas, que es actualmente poco saludable.

Al respecto, no ha mucho tiempo que vengo manifestando que en México existe una gran dependencia por parte del gremio hacia los vendedores y distribuidores de software propietario para bibliotecas, sobre todo cuando están de por medio jugosas cantidades de dinero. En este sentido coincido completamente con Jesús cuando señala “que el soft propietario para bibliotecas es un mercado esclavo, bastante viciado, en el cual hay vendedores que se aprovechan abusivamente del lock-in tecnológico de sus clientes. Pero los bibliotecarios también tienen su cuota de responsabilidad en ello.” Y lamentablemente la UNAM no es la excepción a la regla.

Entonces me pregunto, ¿qué puede hacer la DGB al respecto? Lo primero que recomiendo es que lean dicho manifiesto y centren su atención en la parte de derechos que conciernen al consumidor, para ver si de esta forma comprenden lo irresponsable que es imponer el uso de una herramienta de este tipo por el simple hecho de justificar una mala decisión administrativa. Posteriormente, les pediría que se pusieran a investigar sobre aquellas alternativas que existen hoy día en torno a la gestión de información documental en bibliotecas basadas en software libre, de lo cual afortunadamente hay un denso cuerpo de literatura tanto en español como en otras lenguas.

Por lo tanto, creo que vale la pena releer y reflexionar el manifiesto de Tennant en aras de resarcir una situación de dependencia tecnológica e intelectual que, dicho se a de paso, se ha vuelto un problema de carácter económico y libertario en la mayor parte de nuestras bibliotecas mexicanas.

Reciban un saludo y agradezco a Jesús Tramullas el hecho de que haya traducido dicho manifiesto, el cual reproduzco a continuación.

Derechos como consumidor:

  • Tengo derecho a saber lo que existe ahora y cual es su potencial funcionalidad futura.
  • Tengo derecho a usar lo que compro.
  • Tengo derecho al API si he comprado el producto.
  • Tengo derecho a documentación completa y actualizada.
  • Tengo derecho a mis datos.
  • Tengo derecho a tener acceso de sólo lectura a la base de datos.
  • Tengo derecho a no hacer las cosas sencillas innecesariamente complicadas.
  • Tengo derecho a conocer las líneas de desarrollo y la estimación de tiempo de desarrollo del producto que he comprado.
  • Tengo derecho a hacer preguntas técnicas a un equipo capaz de comprenderlas y responderlas.
  • Tengo derecho a no ser un probador involuntario.
  • Tengo derecho a que se conserven mis personalizaciones y configuraciones en futuras actualizaciones.

Responsabilidades como consumidor:

  • Tengo la responsabilidad de conocer las necesidades de mis usuarios.
  • Tengo la responsabilidad de poner las necesidades de mis usuarios por delante de las mías.
  • Tengo la responsabilidad de comunicar mis necesidades clara y específicamente.
  • Tengo la responsabilidad de que las mejoras que pido sean realmente lo que quiero.
  • Tengo la responsabilidad de asignar honestamente las pioridades de las mejoras.
  • Tengo la responsabilidad de darme cuenta de que no soy especial.
  • Tengo la responsabilidad de elegir software usando un procedimiento limpio y razonable.
  • Tengo la responsabilidad de informar de los errores reproducibles de forma que puedan reproducirse.
  • Tengo la responsabilidad de informar de los errores irreproducibles con todos los detalles que pueda.
  • Tengo la responsabilidad de ver críticamente cualquier ajuste a las configuraciones predefinidas.

Responsabilidades compartidas:

  • Tenemos la responsabilidad de comenzar desde una posición de respeto mutuo.
  • Tenemos la responsabilidad de comunicarnos correctamente.
  • Tenemos la responsabilidad de establecer y mantener un proceso de mejora racional.
  • Tenemos la responsabilidad de mantener las necesidades del usuario final como primordiales.
  • Tenemos la responsabilidad de relajarnos y divertirnos.